PERDON

El Perdón




Todo el conocimiento del mundo vale poco si nuestro rencor sigue 
creciendo cada vez más que el comportamiento de un desconocido que 
nos recuerda nuestras relaciones no sanadas. ¿De qué nos sirve 
conocernos a nosotros mismos, si lo usamos para avivar el odio que 
tenemos y el sentimiento de culpabilidad, que nos dicen que, a pesar 
de todos nuestros esfuerzos, jamás seremos capaces de ser, de hacer, 
ni de servir lo suficiente para ser dignos de nuestro amor propio?
El perdón supone aceptar de verdad nuestro propio merecimiento como 
seres humanos, entender que los errores son oportunidades para 
crecer, tomar conciencia y desarrollar la compasión, y comprender que 
la magnitud del amor por nosotros mismos y por los demás es el 
pegamento que mantiene unido al universo.

El perdón es una respuesta, la respuesta implícita de nuestra 
existencia. El perdón es el medio para reparar lo que está roto. Coge 
el corazón roto y lo repara. Coge el corazón atrapado y lo libera. 
Coge el corazón manchado por la vergüenza y la culpa y lo devuelve a 
su estado inmaculado.. El perdón restablece en el corazón la inocencia 
que conocimos en otro tiempo, una inocencia que nos permite la 
libertad de amar.

Cuando perdonamos y somos perdonados, siempre se transforma nuestra 
vida. Las dulces promesas del perdón se cumplen y se nos ofrece un 
nuevo comienzo con nosotros mismos y con el mundo. El concepto del 
perdón puede provocar dos cosas: o bien imposibilitarnos, limitando 
nuestra capacidad para la claridad y la alegría, o bien animarnos, 
ofreciéndonos una manera de dejar el pasado y ser libres para vivir 
con mayor paz y felicidad.

Perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, 
sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión, la 
traición y la deshonestidad son solo algunos de los comportamientos 
que pueden ser totalmente inaceptables. ¿Se puede perdonar a un 
trabajador incompetente y despedirlo por no hacer bien su trabajo? No 
es preciso ir y decirle: Te perdono, aunque a veces esto puede ser 
una parte importante de perdonar. El perdón solo requiere un cambio 
de percepción, otra manera de considerar a las personas y 
circunstancias que creemos que nos han causado dolor y problemas.
Como todos sabemos, la rabia y el rencor son emociones muy fuertes 
que desgastan nuestra energía de muchas maneras. Cuando nos quitamos 
las capas, probablemente se descubrirá que esa rabia en realidad es 
un sentimiento superficial. No en el sentido que sea trivial o falso, 
sino en el de que hay muchos sentimientos y dinámicas por debajo de 
él. Cuando nos perdemos en la rabia nos volvemos sordos a nuestros 
sentimientos más profundos. Hemos aprendido a escuchar solo aquellos 
que saben gritar más fuerte.

Muchos creen que permanecer enfadados, aferrarse al rencor es 
sinónimo de poder, energía y dominio. Pero en realidad lo único que 
descubren son sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, 
aflicción o miedo y los usan con frecuencia en sustitución de los 
sentimientos de verdadero poder personal.

A veces es mucho más cómodo sentir rabia que sentir el temor y la 
tristeza. De hecho, una razón por la que suele ser difícil perdonar 
es que para hacerlo se debe sacar a la luz y aceptar la verdad de lo 
que realmente sentimos. Esto puede ser una revelación dolorosa si 
hemos aprendido a convivir con la negación y la represión. Sin 
embargo, se debe tratar de recodar que al otro lado del dolor está el 
alivio y una mayor paz mental. Cuando se lleva gran parte de la vida 
sintiéndose víctima, puede que halle una enorme resistencia a 
perdonar, porque al hacerlo renuncia a una buena parte de su 
identidad. Perdonar no significa negar que se haya sido una víctima, 
quiere decir que el hecho de haberlo sido ya no domina necesariamente 
la identidad y la vida emocional actual.

A medida que se vaya trabajando con el perdón, es importante tomar en 
cuenta los pensamientos que afloran y las reacciones. Si aparece el 
temor, la autocrítica, las dudas hay que ser amable consigo mismo. 
Estos sentimientos son como una parte natural del proceso de cambio. 
En realidad, ser amable consigo mismo es, de por sí, un gran acto de 
perdón para con uno mismo. Al margen de los pensamientos o 
sentimientos que surjan, afirma el compromiso de tratarse con 
amabilidad. Se amable con uno mismo no significa que no ponga 
esfuerzo y voluntad, ni que se justifiquen pensamientos o 
comportamientos que se consideran impropios, sino que se puede 
aprender sin necesidad de azotarse la dureza con uno mismo y que                                  
alimenta un ciclo contraproducente que quita poder y favorece el 
sentimiento de culpa, falta de respeto y autoestima por uno mismo.
El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de  
vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos 
para nosotros. El perdón es una decisión, la de ver más allá de los 
límites de la personalidad de otra persona, sus miedos, 
idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver una esencia 
pura, no condicionada, por historias personales que tienen una 
capacidad ilimitada y siempre digna de respeto y amor.
Cada vez que se hace un cambio, debilitamos el monopolio del ego 
sobre nuestras percepciones y nos capacitamos para dejar marchar, 
liberar y olvidar el pasado. El perdón suele experimentarse como un 
sentimiento de dicha, paz, amor y apertura del corazón, alivio, 
expansión, confianza, libertad, alegría y una sensación de estar 
haciendo lo correcto. El perdón es una forma de vida que nos 
convierte gradualmente de víctima de nuestra propia circunstancia en 
poderosos y amorosos creadores de nuestra realidad. Supone un 
compromiso de experimentar cada momento algo nuevo, con claridad y 
sin temor. Es la desaparición de las percepciones que obstaculizan 
nuestra capacidad de amar.

El perdón nos enseña que podemos estar en desacuerdo con alguien sin 
retirarle el cariño y respeto.. Nos lleva más allá de los temores y 
mecanismos de supervivencia propio de nuestro condicionamiento, hacia 
una visión valiente de la verdad que nos ofrece un nuevo campo de 
elección y libertad, en donde podemos descansar de nuestras luchas. 
Nos guía hacia donde la paz no es desconocida y nos da la posibilidad 
de saber cual es nuestra fortaleza


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